Si un niño no quiere comer, lo mejor es no obligarlo e intentar adaptarnos a sus necesidades y a su ritmo

A un niño que no se le obliga, come exactamente lo que necesita ( que es menos que lo que muchas madres creen, pero de ese error el pobre niño no tiene culpa).

Debemos respetar su decisión aunque nos cueste. Es de gran utilidad ponernos en su lugar e imaginarnos a alguien forzándonos a repetir un plato cuando ya estamos llenos.