La falta de concentración, demasiado habitual en muchos adolescentes, puede tener un origen emocional, así lo determinan los resultados de un estudio realizado por científicos de la Universidad de las Islas Baleares.

Se convoca a unos voluntarios expuestos a situaciones que les provocaban tristeza (recuerdos de la infancia, problemas con amigos, música…) y a otro grupo a los que no.  A ambos se les realizan una serie de pruebas que requerían cierto grado de concentración, mientras se iban emitiendo sonidos para distraerlos. Los miembros del grupo al que se había inducido al estado de tristeza mostraron menor capacidad de concentración.

Desde la academia ESTUDI, aconsejamos a los padres y madres que intenten estar muy pendientes de las vivencias de sus hijos en esa etapa tan compleja ante la que muchas veces nos sentimos impotentes y procuren proporcionarles todo el apoyo emocional que requieran ya que así, estarán contribuyendo a su vez a un mayor rendimiento académico.